Letrinas

 

Introducción

Uno de los mayores avances de la tecnología romana fue si lugar a dudas el sistema de alcantarillado, podéis imaginar cómo debía ser la ciudad de Roma antes de la construcción del mismo ordenado por el Rey Tarquinio Prisco en el s.VI a.C, lo cierto es que el número de habitantes durante su reinado no fue ni mucho menos equiparable a los años de esplendor imperial, pero aun así los depósitos de heces, orina y residuos debieron cubrir parte de los espacios comunes de la urbe, hecho que precipitaba las epidemias, las enfermedades y la proliferación de ratas por no hablar de un maloliente efecto a sus transeúntes. 

Porque sí, queridos lectores, Roma antes de ser esa ciudad idealizada en mármol, fue un lugar repleto de cabañas, con un lodazal en lo que ahora sería el foro y con muchos problemas para aplacar las desavenencias entre las diferentes tribus. Quizás, y sólo quizás, el gran éxito de esos primeros hombres y mujeres fue el ser capaz de limar asperezas y trabajar juntos en esa nueva identidad colectiva que significaba ser romano y que sin saberlo cimentaba uno de los imperios más importantes de la historia.

No penséis que la Cloaca se construyó cerrada, para nada, de hecho aprovechando la confluencia de los diferentes flujos de agua de las colinas se realizó un canal abierto que acababa en el Tíber, pasando por lo que sería actualmente el Foro, el Velabro y el Foro Boario. Con el paso del tiempo y ante la necesidad de tener mayor espacio de construcción, se fue cubriendo por tramos hasta quedar prácticamente soterrada en su totalidad. Así pues, ¿qué hacían los primigenios romanos para orinar? Pues lo que se hacía no hace tanto, orinales, cubos y arreando para la calle, de hecho hay fuentes escritas que nos hablan de la necesidad de no caminar bajo los balcones por si tu toga acababa decorada con los regalos de tus vecinos. 

 
 
Con el tiempo la transformación de Roma fue un hecho y los edificios públicos empezaron a proliferar pero también los dedicados al ocio o al servicio público. Las letrinas fueron unas de esas transformaciones accesibles a todo el mundo, a pesar de que las villas patricias disponían de letrinas privadas, las calles de la ciudad disponían de estos servicios de uso general y compartido. Curioso, ¿verdad? 
Las letrinas eran cubículos con asientos continuos con varios orificios para varios usuarios que arrastraban las heces y la orina a través de un conducto con agua corriente. Sí, lector, uno podía defecar u orinar pero lo hacía acompañado, sin ningún tipo de pudor, es más, muchas conversaciones transcendentales se darían en ese contexto y es posible que más de una decisión importante se diera entre sus usuarios mientras aires pestilentes ambientaban el espacio. 
 
By Wolfgang Glock - Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=15075143
 
La intimidad de la que gozamos ahora la tenían las grandes fortunas romanas que podían disponer de esa privacidad pero aun así en villas tan importantes como la Villa del Casale en Sicilia o en la magnífica Villa dels Munts, por poner algún ejemplo, nos muestran que sus letrinas junto a la zona termal era colectiva, lo que nos lleva a pensar que el pudor y la vergüenza no formaba parte de la sociedad romana.
 
Tras liberarse uno de la pesada carga intestinal y ante la carencia de papel, los romanos se limpiaban con el Xylospongio también llamado tersorium, que era como la etimología de la palabra griega indica un palo con una esponja en su extremo.
 
By D. Herdemerten ( Hannibal21 ) - Own work, CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=22647938
 
El tersorium estaba dentro de un cubo o recipiente con agua en sal o vinagre y era compartido, ya podréis imaginar la cantidad de bacterias que llevaría y cómo afectarían estas a sus usuarios. Una vez acababas de limpiarte podías aclararla en una canalización frontal que había en el suelo de la mayoría de las letrinas donde el agua corría hasta un desagüe externo, para luego colocarla de nuevo en el cubo para que otro apresurado ciudadano pudiera hacer uso de ella.
By Carole Raddato from FRANKFURT, Germany - Reconstruction drawing showing the communal latrines in use, Housesteads Roman Fort (Vercovicium), CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=74317478
 
Si hacéis un ejercicio mental podéis pensar que incívicos hay y han habido en todas las sociedades y que posiblemente algunas letrinas no demasiado controladas serían para entrar y salir corriendo o directamente huir hacia el árbol más cercano. De las 144 letrinas que habían en Roma, algunas lo que tenían bajo los orificios eran cubos que debían vaciarse y no canalización así que un nutrido grupo de esclavos eran los encargados de ir vaciando y limpiando los restos.
 
By Fubar Obfusco - en.wiki, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=287299
 
Sí, los esclavos eran los encargados de mantener la salubridad y limpieza de las letrinas y lo que es una curiosidad, alguno de ellos debía poner sus posaderas antes sobre el frío mármol, piedra o la madera para que el usuario disfrutara de un asiento calentito. 
La orina era un bien preciado, pues tenía muchas utilidades, como desinfectante, como curtidor de pieles, como base de algún cosmético, según Catulo como pasta de dientes ;) o para blanquear la ropa, así que se gravó un impuesto para su comercialización, de ahí la frase "Pecunia non olet" o el dinero no huele pronunciada por Vespasiano, por lo que de las letrinas públicas se hizo un negocio paralelo que tributaba al estado.
 
Algunos pueblos en la actualidad siguen sin disponer en algunas zonas de sistema de alcantarillado, y no hace tantísimos años se seguía defecando y orinando en recipientes que luego se vaciaban como desecho o como abono agrario, los romanos supieron darle a los baños públicos un plus de modernidad, a pesar de todo, que pervivió a lo largo de los siglos.
 
 
Mireia Gallego
Octubre 2020
 
 

 

 

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