La sociedad y el entrenamiento espartano

Introducción

Posiblemente de todos los conocimientos sobre las diferentes polis griegas antiguas, las que más despiertan admiración o curiosidad son Atenas y Esparta. La primera por esa cimentación del sistema político que aún mantenemos vivo sumada a la capacidad ateniense de elevar la razón, el pensamiento y la ciencia a un nivel sin precedentes en occidente, pero de Esparta hay una cierta idealización de su sociedad por la idiosincrasia de su sistema político y por un sistema bélico que los encumbró a la élite militar de la antigüedad.

Esparta era ante todo una sociedad hecha por y para la guerra, donde cada individuo tenía un papel definido y donde toda la sociedad al completo velaba para que ésta se llevara a término sin fisuras, prologando "genéticamente" un ideal de soldado que garantizara la supervivencia de todos sus ciudadanos. 

Es atrayente, brutal y descarnada, pero su excelsa manera de entender la vida permitió que las batallas que todos conocemos, se convirtieran en epopeyas épicas que a día de hoy siguen despertando la admiración de todos y que a su vez influenciaran en los grandes generales de siglos posteriores. La pregunta es, ¿por qué?

 

 

Aunque los orígenes espartanos son muy difusos, es más que posible que su procedencia fuera el de los primeros helenos que invadieron progresivamente el sur del Peloponeso. Autoproclamados como "dorios" ocuparon las abruptas tierras de Laconia y Mesenia, las mismas que bastantes siglos antes había regido Menelao (micénico), esposo de Helena de Troya. Lo cierto es que la extensión geográfica era muy superior a la de los atenienses pero también que el terreno era mucho más escarpado. Estos nuevos ciudadanos, llamados lacedemonios, que habían luchado contra sus vecinos para finalmente conquistarlos, establecieron un sistema innovador y diferente respecto sus homólogos tanto en el ámbito político como en su modelo de sociedad. Esa estructuración se inició con la Constitución de Esparta o Gran Retra (Μεγάλη Ῥήτρα) iniciada por Licurgo (político y legislador espartano) que sentó los preceptos que regirían a toda la comunidad en los siglos posteriores y que ahora conocemos y en cierta manera contemplamos con cierta admiración.

La Gran Retra establecía un modelo político con las siguientes características:

-El control de Esparta estaría en manos de una monarquía bicéfala, es decir de dos regentes (diarquía). Esto permitía disponer siempre de un rey en la ciudad cuando el otro se ausentara por asuntos militares y también permitía evitar el abuso de poder de uno de ellos.

-La administración pública y la política también quedaba sujeta a la decisión de la "gerusía", una especie de consejo de ancianos.

-Otro órgano con una importancia esencial es el controlado por los éforos, cinco ciudadanos espartanos que prometían fidelidad a los reyes y que fueron los que realmente controlaron los asuntos públicos, pues entre sus atribuciones se encontraban las sentencias judiciales, la presidencia de las asambleas, la recaudación de impuestos y el control de la educación de los jóvenes y su entrenamiento militar. 

Ya vamos viendo que la sociedad espartana estaba perfectamente politizada pero Licurgo dio un paso más allá de lo que normalmente veríamos en otras sociedades vecinas, proclamando la militarización de su población y la austeridad e igualdad entre sus miembros. 

Pero, ¿realmente eran iguales? Veámoslo.

Clases sociales

En estas sociedades casi tribales el término "ciudadanos" no era el que actualmente le atribuimos. Debemos entender que los espartanos de pleno derecho eran aquellos que procedían de esos originarios dorios que habían ido conquistando terreno, cabe decir que aquellos que fueron sometidos a su poder no podían disponer de los mismos derechos a los que ellos estaban sujetos, por tanto las clases sociales espartanas se dividían entre:

1) Los homoioi que eran los auténticos ciudadanos de pleno derecho. Nacidos de madre y padre espartano, disponían del beneficio de una parcela de tierra y algunos ilotas bajo su potestad, no obstante esta ciudadanía estaba toda la vida supeditada a su valor en combate porque si uno de estos ciudadanos mostraba cobardía, perdían sus derechos convirtiéndose en "Tresantes" denominación que significa algo así como temblorosos, quedando excluidos de todos los actos comunitarios.

2) Los periecos, que son ciudadanos libres pero sin derechos políticos. Si os fijáis el prefijo griego "peri" nos habla de extrarradio/alrededor, es decir, son personas descendientes de otros lugares conquistados que no opusieron resistencia y que se dedicaban al comercio o al cultivo de tierras, pero que no podían decidir en los consejos espartanos ni optar a cargo público. En su vida personal podían casarse y tener descendencia y por tanto pagaban la tributación que los éforos estipulaban.

3) Los ilotas, que son la equivalencia de los esclavos. Efectivamente eran descendientes de los territorios conquistados a través de la guerra pero éstos quedaban bajo la tutela del estado. Cultivaban tierras que no les pertenecían pero a cambio recibían un porcentaje del beneficio agrícola. Aun así, carecían de derechos y no estaban bien vistos por los homoioi. Los ilotas fueron numerosos así que siempre se vieron sometidos a un control férreo de los ciudadanos espartanos y en cierta manera sufrieron sus iras y castigos como "esclavos", pudiendo ser liberados tras ir a la guerra como hoplitas y pasando a ser denominados "neodamodes".

- Los xenoi, que eran los extranjeros. Si los ilotas estaban mirados de reojo, los xenoi eran detestados por los espartanos. En una sociedad tan extremadamente segmentada según la sangre que brota por tus venas, los xenoi representaban todo aquello que carecía de la hegemónica pureza espartana y por tanto fueron sometidos a expulsiones, maltratos y acusaciones a lo largo de su existencia. 

Y ¿qué hay de las mujeres?

Bueno, pues a diferencia del resto de las polis helenas, las mujeres espartanas gozaban de una libertad de la que se les privó en el resto de polis. Criadas también bajo la atenta mirada de la comunidad no sólo se les educó como madres de los futuros guerreros sino que en sus manos residía el control de las propiedades familiares cuando los espartanos eran llamados a la guerra. De hecho, hay constancia de su participación en los juegos olímpicos como en el caso de Cinisca que fue la primera mujer en salir vencedora en las carreras de cuadrigas. Es decir, eran preparadas en diferentes disciplinas deportivas (boxeo, atletismo, lanzamiento de jabalina y disco), la equitación y la lucha, todo ello encaminado a mejorar la genética espartana y a parir hijos más fuertes y resistentes. Podían disponer de amantes y heredar de sus padres, y aunque carecían de derecho para ejercer la política dispusieron de una fuerte influencia social. Su túnica estaba abierta por uno de los costados para facilitar el movimiento, ampliamente criticado por el resto de polis helenas, y podían engendrar hijos con otros hombres de la comunidad especialmente si eran más jóvenes que sus esposos. 

El agogé, la educación militar espartana

 

Si miramos bien las clases sociales comprobaréis que los homoioi no cultivaban tierras ni eran comerciantes, el motivo es sencillo, ellos debían centrarse en lo que realmente era importante, la guerra y la defensa de su territorio, nada más, para eso habían sido seleccionados y criados. Porque sí, estimado lector, el recién nacido espartano era apartado de sus padres en el momento de nacer para ser analizado de arriba a abajo por unos cuantos ancianos que decidían si era apto para vivir o no. Una selección natural que puede parecernos cruel pero que les servía para mantener una genética óptima. Si el pequeño era endeble, sufría alguna malformación o no era considerado bello, lo lanzaban por un barranco a los pies del monte Taigeto. Para estos ancianos era indispensable que el pequeño pudiera soportar la vida castrense espartana y no convertirse en una simple boca que alimentar, así de simple. 

Una vez aceptado, el bebé era entregado a sus padres para que éstos o una nodriza lo cuidaran durante los siete primeros años de vida. Pero si somos sinceros, no eran criados por los padres únicamente sino que vivían en comunidad, así que cada vecino, cada político, cada hombre o mujer libre que anduviera por la ciudad podría increparle o golpearle si su comportamiento no era el adecuado. La sociedad lo era todo, no la unidad familiar sino tu proyección dentro de la élite espartana. 

Así pues, a ese pequeño ya se le iniciaba en la educación castrense lacedemonia. El culto al cuerpo era esencial pero también la disciplina, el orden y la resistencia. De tal manera que el pequeño debía ser criado en la austeridad y en la carencia para ir curtiéndole física y mentalmente. No se le permitía llorar ante el dolor o mostrar debilidad, no se le premiaban sus éxitos con ninguna recompensa, se les privaba de llevar pañales, se les dejaba solos en la oscuridad o a la intemperie...es decir se les preparaba para lo que estaba por llegar.

Pasados esos primeros siete años, el pequeño era apartado de su familia y pasaba a ser controlado y disciplinado por el gobierno espartano y si sus primeros años habían sido duros, los siguientes serían una auténtica pesadilla, veamos porqué.

 
Estos pequeños llegaban a un cuartel infantil donde un alumno a punto de licenciarse se convertía en su superior y los separaba por grupos o manadas. Se les aplicaba una educación básica en lectura, escritura, oratoria (basada en saber hablar pero de forma práctica, concisa y breve) y música, pero la función durante estos años era curtirlos en una disciplina militar que incluía la lucha, el atletismo, la marcha, el dominio de las armas y la resistencia física. Para ello, los pequeños eran rapados y se les hacía ir descalzos y sin apenas ropa. Era natural verlos desnudos y con apariencia sucia durante esta etapa de sus vidas. Curtiendo el cuerpo desde la más tierna infancia aprendían a resistir las bajas temperaturas desarrollando una gran resistencia a las inclemencias y al dolor físico. La subordinación en la cadena de mando y la percepción de formar parte de un colectivo eran la base para el éxito de su formación. El pequeño debía acatar cada orden sin cuestionarse su idoneidad y debía morir por y para Esparta si era necesario.
 
 
Por si no fuera suficiente, a los pequeños se les privaba de una comida generosa. Si éstos tenían hambre, debían recurrir al robo de comida en los mercados o en casas ajenas pero debían disponer de la habilidad de no ser descubiertos. Si se les sorprendía robando o eran capturados, el irén (jefe asignado) los azotaba y castigaba con extrema dureza, no por robar sino por haber sido pillados. Por la noche, dormían sobre un camastro hecho por ellos mismos con cañas del río Eurotas. A los doce años, al pequeño (paidiskoi) se le proporcionaba el manto identificativo espartano y una túnica corta. Es a esta edad cuando ya los jóvenes efebos podían disponer de algún amante de entre sus superiores. Esta práctica que recuerda mucho a los propósitos del batallón sagrado de Tebas, servía para unir a los jóvenes y para establecer lazos de carácter personal que condicionarían la unidad militar. Aun así, el espartano tenía la obligación de procrear y la de casarse para obtener descendencia que garantizara nuevos soldados. A los quince ya se les permitía dejarse crecer la melena icónica lacedemónica como símbolo diferenciador que aportaba belleza al soldado.
 
 
 
Podéis imaginaros que las broncas en los cuarteles y en la comuna eran diarias. Lejos de evitarse, los muchachos buscaban el pretexto para medirse entre ellos y sin nadie que los frenara, era una práctica asidua recibir palizas y en ocasiones acabar muerto a golpes. Es salvaje, sí, pero para un espartano era de vital importancia ser el mejor entre los mejores, así que los doce años que pasará durante su formación será un sacrificio diario para garantizar su propia supervivencia. También cabe reseñar que los lazos afectivos entre los muchachos fueron férreos y necesarios para la protección de sus iguales en las primeras líneas durante la batalla. 
 
Lo curioso de esta educación militar es que estos alumnos comían con el resto de espartanos en una especie de comuna general con varias salas. Los diferentes comedores estaban separados y únicamente podías incluirte a uno de ellos con una petición que se sometía al voto general. Entenderéis por tanto que el salón real era el más solicitado y exclusivo, pero si finalmente no eras aceptado en ninguno de ellos podías ser excluido del ejército. Cada noche los ciudadanos espartanos traían la comida del día que compartían entre todos en una procesión a oscuras y sin antorchas para aprender a moverse en total oscuridad y con plena autonomía.
 
 
Ya tenemos a un joven superviviente, curtido en la práctica militar y totalmente desprovisto de emociones que lo debiliten. Si pensáis que esto ya se ha acabado, estáis errados. Había varias prácticas añadidas para ponerlos a prueba. Una de ellas la diamastígosis, consistía en colocar un queso en el Templo de Artemisa Ortia. Espartanos adultos se colocaban en dos filas paralelas dejando un pasillo central por donde el joven debía pasar para alcanzar el queso. Durante el camino, el muchacho recibía latigazos, golpes, patadas y puñetazos que le desestabilizaban. En el mejor de los casos el joven salía fuera con el cuerpo magullado y algunos huesos rotos, pero la prueba quizás más representativa de la licenciatura de la educación espartana era la Krypteia (oculto, escondido). A pesar de que hay información sobre ella, no se puede aseverar que todo lo dicho sea exacto. A grandes rasgos parece que los mejores y más destacados jóvenes de cada unidad, eran dejados a su suerte durante varias jornadas en el bosque. Los efebos debían sobrevivir sin ropa ni apenas víveres y armados con una daga. Lo extraordinario de esta práctica es que el joven debía volver a Esparta con el cuerpo de al menos un ilota, que como he comentado antes vendría a ser un esclavo del estado. Esa podría ser la razón por la que los éforos, una vez al año, declaraban la guerra a los ilotas con la intención que el asesinato de varios de ellos no constituyera un delito, incluso las afirmaciones van más allá, cabe la posibilidad que se les ofreciera la libertad a ciertos ilotas que luego pasarían a engrosar la lista de los escogidos para que los muchachos espartanos les dieran caza. 
Todo esto es difuso, pero lo importante es que este joven, si es que sólo era uno y no varios de cada grupo, debía regresar a Esparta con el cuerpo de alguno de ellos como premio. 
También fue una práctica conocida, que cuando regresaran vencedores de la última prueba, se midieran los jóvenes de cada uno de los grupos y lucharan para formar parte de la guardia real en un combate a vida o muerte. Imagino que esta sería una decisión personal.
 

El espartano, una máquina perfecta

 
 
Estamos todos de acuerdo que si un muchacho lograba pasar ese calvario durante veinte años era no sólo un superviviente sino una auténtica máquina de matar. Una vez licenciados pasaban a engrosar las filas del ejército hasta que cumplían los sesenta años. 
Es a partir de los veinte cuando el soldado ya puede formar una familia. Completado su entrenamiento y cincelado su cuerpo perfectamente, el espartano estaba en su pleno apogeo físico para proporcionar al estado herederos sanos y futuros soldados.
 
La épica espartana fue ampliamente admirada, desde Jenofonte, que aun siendo ateniense logró que sus hijos se instruyeran en la educación espartana, hasta Platón. La severidad y las normas que constituían un organigrama perfecto servían para proporcionar valores universales como la valentía, el orden, la camaradería, la fuerza y la austeridad. 
Los espartanos por tanto, no contemplaban la rendición como salida. Imagino que no habrían demasiados jóvenes que osaran contradecir a sus superiores y mucho menos huir ante el enemigo, pues si tal cosa ocurría era inmediatamente apartado de la sociedad y desprovisto de sus derechos. La frase, "ven con tu escudo o sobre él" planteaba la necesidad de batallar para la victoria o morir por ella, sin más opción en el horizonte.
 
 
La gran gesta espartana, centrada en la guardia real de los 300 del rey Leónidas en las Termópilas para contener el enorme ejército de Jerjes, es un claro ejemplo que simplifica todo lo explicado anteriormente. La sociedad al completo asumió la importancia de lo que llevaban a cabo, y el rey, adiestrado bajo los mismos preceptos, lideraba las falanges destacadas de los soldados profesionales más preparados de la antigüedad. 
Sin miedo, sin importar el número de enemigos, con la gloria a tocar con la punta de sus dedos, la pequeña dotación espartana contuvo la fuerza de miles de hombres, incluso de los inmortales de la guardia personal del rey persa.
Pero la epopeya no se explica sin el modelo político y social de Esparta, sin la aceptación de su rol y sin la ejemplaridad de sus soldados.
 
 
Mireia Gallego
Diciembre 2023
 
 

Fuentes Clásicas:

- Plutarco, Moralia
- Jenofonte, La Constitución de los Lacedemonios.
- Tucídides, Guerra del Peloponeso.
- Pausanias, Descripción de Grecia.
- Herodoto, Historia
- Alcibíades, A los espartanos.
 

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