La Aguja de Cibeles

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Introducción

En este nuevo apartado llamado "pignora imperii" voy a explicaros las reliquias que los romanos consideraron sagradas y que por tanto eran protegidas anteponiendo la propia vida de sus custodios, pues de ellas dependía, según su superstición y creencias, el mantenimiento del Estado y la protección de la propia ciudad de Roma. 
El primero de ellos es curioso en forma y origen, una historia ancestral que garantizó la supervivencia de una ciudad que empezaba a despuntar pero que aún no estaba consolidada como imperio. Una leyenda que no analizo desde una perspectiva actual, craso error, sino como un aspecto que sintetiza el carácter romano y que permite vislumbrar la delgada línea que separa el mundo de los hombres, el de los Dioses y la propia política. Empezaremos con la Aguja de Cibeles. ¿Me acompañáis?
 
 
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El orígen

El culto a Cibeles es uno de los más antiguos de Roma. Entre otras cosas porque esta Diosa primigenia está relacionada con las civilizaciones venidas del Este que exportaron algunas de sus divinidades esenciales que tenían más que ver con los elementos naturales que con los epítetos secundarios a los que se le añadía a una entidad. Así pues en la zona de la actual Turquía, emergió su culto extendiéndose en el panteón heleno, relacionándola directamente con Rea, madre de los Olímpicos y posteriormente exportándose a las polis que ocuparon la Magna Grecia (Sicilia). A través de la interacción económica de las diferentes tribus y pueblos de lo que luego sería Roma y esas ciudades-estado ocupadas por los griegos, se estableció un traspaso cultural que fue mucho más allá del arte o de ciertos aspectos de organización social, también se asimilaron como propios determinados cultos y uno de ellos, éste que nos acontece. Pero vayamos por partes.
 
Cibeles es la representación de la tierra, de las grutas, de los paisajes montañosos y de la fertilidad. Con una connotación que se remonta al neolítico pasó a ser adorada por los griegos y asimilada como la Diosa madre, de hecho las vestimentas en las que se la representaba no eran tanto helenas como frigias recordando que ella no era una divinidad propiamente del panteón heleno sino de los cultos orientales, asimismo es recurrente ver como porta una corona representando una muralla. Como todo dios o diosa se la relacionaba con determinados animales que le acompañaban en sus representaciones, ella estaba intrínsecamente unida a dos especialmente, a las abejas y a los leones, motivo por el cual podemos ver en sus esculturas, frisos o pinturas algunos de estos animales. Cuando los griegos la adoptaron la relacionaron con el episodio de Atalanta e Hipómenes, un castigo mitológico en el que la Diosa, airada por la visión de ambos amantes consumando su deseo en el Templo, los transforma en esos felinos que la acompañarán a partir de ese momento. En ocasiones los enamorados aparecen junto a ella en forma humana para recordar a los fieles seguidores que mantengan el debido respeto a los Dioses, instigando al control de sus placeres.
 
Bien, imaginaros la época de las guerras púnicas en la que Aníbal amenazaba con entrar de lleno a la ciudad de Roma y convertirla en cenizas. Los romanos llevados por el pánico consultaron los Libros Sibilinos hallando una posible respuesta a esas súplicas para contener al enemigo. Debemos pensar que los Libros de la Sibila eran una especie de profecías alegóricas que los sacerdotes interpretaban y en este caso la respuesta pasaba por traer a Roma la piedra sagrada que representaba a la Diosa Cibeles en Pessinus, ciudad ubicada en la actual Turquía. Sí, una piedra... porque aquel templo adoraba, no una escultura sino una piedra negra, triangular o cónica, aristada y de un tamaño que podía colocarse en la palma de la mano que había caído del cielo, vamos...más que posible, un meteorito.
 
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La delegación partió desde la urbe encabezada por Valerio Levino que apelando a su aliado Atalo I, le suplicó que se la cediera para poder honrarla en Roma. Me encantaría saber qué pidió el gobernante a cambio, el caso es que éste accedió y la piedra sagrada fue llevada a la ciudad ocupando provisionalmente el Templo de la Victoria hasta que se la ubicara en su emplazamiento final, un magnífico edificio construido en el Palatino conocido como el Templo de Magna Mater y que podéis ver en vista aérea en la siguiente imagen. El aspecto original del que ahora únicamente quedan unos cuantos restos nos llega a través de monedas o frisos, donde aparece una pronaos de columnas corintias, con una escalinata y techo curvo.
 
 

 
Sea por la intercesión de Cibeles o por la casualidad o quién sabe si por un error de previsión de Aníbal, la ciudad de Roma no fue ocupada, salvándose del desastre para vencer posteriormente a los temibles cartagineses. Así en el 191 a.C la llamada "aguja de Cibeles" es decir, la piedra de la Diosa, fue trasladada a su ubicación definitiva custodiada en un recipiente que se colocó en un orificio de una escultura de plata.
El Templo de Magna Mater sufrió incendios a lo largo de los siglos pero su reliquia se mantuvo en el tiempo protegida por sacerdotes exclusivos llamados "Galli" que habían jurado celibato y se convertían en eunucos por propia voluntad, aceptando una vida entera consagrada a la gran madre. 
 
 
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Los ludi megalenses celebrados en Abril en honor a la Diosa, permitían que sus sacerdotes llevaran en procesión la efigie mientras las matronas danzaban al son de una extraña música emitida por tambores, címbalos y flautas, de hecho se trataba más de un estruendo que de una melodía relacionada con los danzantes llamados coribantes y curetes que según la mitología habían distraído con su ruido a Kronos para que éste fuera incapaz de escuchar los llantos de Zeus. En cierta manera era un recuerdo lejano de esos orígenes helenos que asociaban a Cibeles con Rea.
 
Los asistentes lanzaban pétalos de rosas creando un manto natural a su paso y ofrecían monedas de escaso valor u objetos de bronce o plata que servían a modo de colecta para el mantenimiento del templo y de sus sacerdotes, emulando las donaciones que el pueblo romano había ofrecido en sus orígenes para su construcción.
 
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Durante esos días, los banquetes y los espectáculos llenaban las calles de la ciudad, especialmente importante los que se daban en el circo máximo precedidos de una procesión de los principales dioses del panteón romano con la diosa alada al frente de todos ellos.
 
 
Lo que pasó con la Diosa y con su "aguja" es un enigma, algunos apuntan que Heliogábalo, emperador de origen sirio, la habría trasladado desde su ubicación original hasta su templo localizado en otra zona del Palatino, pero lo cierto es que se pierde su pista. 
La prohibición del culto pagano y por tanto la de sus sacerdotes y reliquias se llevó consigo esa valiosa información. Los ludi se celebraron durante siglos y sus procesiones se prolongaron hasta el s.IV, todo lo demás son especulaciones.
 
Mireia Gallego
Octubre 2022

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Asunto: Cibeles Autor: Paco Fecha: 01.11.2022

Hola Mireia.
Tenía entendido que la representación más antigua de la diosa Cibeles en Pessinunte era una piedra cúbica negra. Supongo que tallada de un betilo. Hay representaciones que parece que así la muestran.

Asunto: Re: Cibeles Autor: Mireia Blogger Fecha: 08.11.2022

Exacto Paco, por eso hablo del meteorito y pongo una imagen meramente ilustrativa. Según los clásicos era de forma cónica o piramidal y cabía en una mano. Gracias por leerlo

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