La Cuadriga de Veyentes

Imagen CC Cuádriga de Venecia 
 

Introducción

Antes de hablar de esta reliquia que formó parte de los objetos más sagrados de Roma, debemos entender que estamos hablando de la época más arcaica de Roma y que por lo tanto la imagen que tenemos de estas estatuas no se correspondería con el ideario clásico de escultura con la que he ilustrado el artículo de la primera imagen sino más bien con esas efigies de rasgos más básicos y miradas inertes. 
Para poneros en contexto deberé irme hasta la época monárquica, justo cuando Tarquinio el Soberbio estaba dando sus últimos mandatos en Roma antes de ser exiliado definitivamente y poco antes del nacimiento de esa República que todos conocemos.
 
Tarquinio, conocido por ser el último de los regentes, había instaurado un período de expansión que según Polibio llegaba hasta Terracina, es decir a un centenar de kilómetros partiendo de Roma. Este afán de adherir nuevos territorios con éxito hizo que aumentara de forma exponencial los ingresos a las arcas romanas lo que procuró que Tarquinio pudiera finalizar las obras iniciadas por su predecesor de uno de los edificios más importantes de la ciudad, el templo de Júpiter Óptimo Máximo. De esa forma desplazaría la hegemonía de Alba Longa como ciudad que albergaba el poder de la liga Latina trasladándolo a su propia urbe. Aunque pueda parecer que este hecho no es tan relevante nada más lejos de la realidad, hasta ese momentos las Ferias Latinas se celebraban en Alba Longa ya que era allí donde se hallaba el primigenio Templo de Júpiter Latiaris, con la construcción del suyo obligaba a las poblaciones que formaban parte de la liga a comercializar, unirse y establecer relaciones en Roma desvaneciendo de alguna manera el poder político de la antigua ciudad. 
Por ese motivo, encargó a uno de los más importantes escultores de la ciudad etrusca de Veyes, el famoso Vulca, que confeccionara una enorme estatua de un carro tirado por cuatro caballos para que coronara el tejado del templo así como la efigie de Júpiter que ocuparía la celda central.
 
No hay que olvidar que Tarquinio era etrusco y por lo tanto sabía que la ciudad de Veyes destacaba por la calidad de sus cerámicas, muy influenciadas por las polis helenas asentadas en el Sur. Vulca fue el artífice del Apolo de Veyes que podéis ver a continuación y que ilustra cómo sería la estatua de Júpiter, se sabe que también era de terracota y que eran repintados sus ojos y labios los días festivos.
 
Imagen CC Apolo de Veyes
 
Los ciudadanos de Veyes no es que se llevaran precisamente bien con los romanos pero aceptaron el encargo del regente y aquí es donde empieza el mito que convertirá la estatua en uno de los elementos más sagrados de la antigüedad.
 

Mito

Vulca había esculpido y decorado con pinturas la cuadriga, faltando únicamente cocerla en un enorme horno confeccionado para tal fin. La estatua empezó a aumentar su tamaño de tal forma que los artesanos debieron ir rompiendo el horno para permitir que la cuadriga alcanzara su dimensión definitiva, despertando la admiración de los ciudadanos e interpretando que el propio Júpiter había sido el artífice de tal prodigio. 
Asombrados por tal hecho, decidieron que la estatua no fuera entregada a Tarquinio y que se quedara finalmente en la ciudad de Veyes a modo de protección. Pasado un tiempo se celebró en Veyes unas jornadas ecuestres que incluían las carreras de jinetes, los caballos que portaban el carro del auriga vencedor salieron en estampida mostrándose asustados y dirigiéndose totalmente desbocados a las afueras de la ciudad hasta sortear los 16 kilómetros que separaban ambas ciudades. Cuando los corceles llegaron a la muralla de Roma lanzaron al jinete fuera del carro y permanecieron junto a sus muros.
La situación fue contemplada por los sacerdotes de Veyes como un signo de la furia de Júpiter al no haber sido entregada la estatua a su legítimo propietario por lo que finalmente, temerosos de que éste condenara a la ciudad pusieron a disposición de Roma, ya con Tarquinio destituido, la cuadriga del Dios que coronó finalmente el magnífico Templo consagrado a él.
 

Materiales y futuro de la escultura

Como he comentado anteriormente, el material utilizado era cerámico, lo que quiere decir que se parecería más  a la imagen de la cuadriga de los guerreros de terracota de China que a las estatuas de época clásica que todos evocamos en la memoria. Aun así la estatua coronó el tejado del Templo durante más de cien años resistiendo a los envites climatológicos y a posibles movimientos sísmicos. 
 
Imagen CC Cuádriga terracota China
 
Lo que está claro es que el material utilizado sucumbiría más tarde o más temprano pues en el s.III a.C durante la edilidad de los hermanos Ogulnius, el Templo fue coronado con una nueva escultura ecuestre de una cuadriga conducida por Júpiter y construido en bronce. Tal hecho apunta a que previamente la original habría sido destruida o al menos había sufrido desperfectos bien por la acción de los conflictos bélicos o por alguna catástrofe natural, perdiéndose para siempre uno de los más sagrados elementos arquitectónicos del mundo romano antiguo.
 
La nueva cuadriga no es que no padeciera infortunios pues al menos el Templo sufrió cinco incendios en un periodo de 150 años que castigarían la estructura por completo. Hubieron rehabilitaciones constantes realizadas desde Sila hasta Domiciano, incorporando placas de mármol o incluso cambiando las columnas y sustituyéndolas por las del Templo de Zeus de Atenas.
 
Imagen CC Maqueta Templo Júpiter
 

En el s.V llegó el expolio y su abandono definitivo. Se tiene constancia que en época de Justiniano, su general Narsés desproveyó de las esculturas al Templo perdiéndose su pista.

Quizás el encanto de estos prodigios sea precisamente imaginarlos, quién sabe lo que ocurrió realmente pero en cualquier caso formaron parte de la historia más remota de Roma, de sus epopeyas y sus relatos épicos.

 

Mireia Gallego

Noviembre 2022

 

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