Vestales

Introducción

Cuando tienes la oportunidad de recorrer los restos del Foro romano, sientes una mezcla de nostalgia y asombro, todo ello viene dado por la espectacularidad de los restos pero no voy a negar que también influye y mucho el simbolismo que le apliques, bien sea por el conocimiento de cada uno de los edificios o por lo que significaban en la sociedad romana, cada ladrillo,  cada capitel, emana una energía diferente y eso es tan perceptible como el aire que respiras o el suelo que pisas. Eso fue sin duda lo que me ocurrió cuando me adentré en uno de los complejos más emblemáticos del Foro, la Casa de las Vestales, el respeto o la empatía con esas mujeres es obligado pero sobre todo es la constatación que tras la disolución de su culto se pueden establecer enormes paralelismos con las primeras congregaciones cristianas que adoptaron en cierta manera sus costumbres y hasta ciertas similitudes con sus quehaceres diarios.
 
 
Hace años y no tantos, era común y corriente en nuestro país, sobre todo en ambientes rurales que al menos uno de tus hijos o sobrinos se dedicara al sacerdocio, era por así decirlo una especie de requerimiento no obligado pero sí deseable ya que aseguraba el pan diario y ofrecía cierto prestigio y honor al apellido familiar, en el caso de las féminas, convertirse en novicia auguraba un buen futuro a una tierna adolescente y permitía que fuera la congregación la que se hiciera cargo de su educación y manutención. En el caso de las Vestales, no difiere tanto de lo que acabo de explicar, escogidas desde la más tierna infancia, era un honor para la familia pero también una pesada losa para la pequeña que poco tenía que responder a ese gran honor.
 
 
Se tiene constancia que eran las familias más pudientes las que ofrecían a sus hijas a ese proceso de preselección, para ello debían reunir ciertos requisitos, ser hermosas y sin defectos aparentes, tener entre 6 y 10 años aproximadamente y tener padre y madre reconocidos, hasta aquí parece todo bastante liviano, el Pontífice Máximo, es decir, el máximo representante en la religión romana, preseleccionaba hasta que se quedaba con 4 candidatas, a partir de aquí era el azar el que obraba el milagro, pues los nombres de las niñas se colocaban en una vasija y su inocente o no tan inocente mano seleccionaba la afortunada.
 
Me imagino que ahí las caras de los padres y madres serían un poema, si eras la seleccionada, las lágrimas y el orgullo debía brotar a raudales sobre las mejillas de los padres agraciados mientras que sobre los demás recaería la sombra de la decepción. Pasado ese trago, era el momento de que la familia se despidiera pues la consagración a la Diosa Vesta requería de una dedicación extrema y total, lo que quería decir que la potestad de la niña ya no pertenecía a sus familiares sino a la propia Diosa, de ahí que ritualmente se realizaran los actos de iniciación que constataban esa ruptura, para ello llevaban a la pequeña al edificio del Foro, le cortaban su melena (os recuerda a algo?), la colgaban de un árbol sin que sus pies tocaran el suelo y posteriormente le colocaban el simbólico velo/tocado vestal y se le ofrecía una lamparilla en clara representación a lo que debía custodiar, para luego entrar en sus aposentos en la Casa de sus hermanas Vestales quienes se harían cargo de ella.
 
 
 
Las vestales estaban como mínimo 30 años ejerciendo como tales, los primeros 10 años es decir hasta que la niña tuviera entre 17 y 20 años se dedicaban a su formación, eso implicaba no sólo el culto sino educación en otras materias, no debemos entender a las vestales como simples sacerdotisas sino como mujeres con un rango diferencial y distintivo que en ocasiones a parte de ocuparse del culto a su Diosa también eran las custodias de documentos extremadamente importantes como los testamentos de grandes personalidades o la protección del Palladium, una figura de Minerva en madera de la época de Eneas.
 
La exclusividad, pureza y virginidad exigida a las Vestales durante esos 30 años tiene una explicación, Vesta, era una diosa protectora y fetiche para los romanos, ella en realidad se remonta a los orígenes más remotos de la fundación de la ciudad, es la Diosa que intercede para que Numitor no acabe con la vida de su hija Rhea Silvia, embarazada de Rómulo y Remo y es el hijo de Rómulo precisamente, Numa Pompilio, el que instaura su culto y por extensión el de las Vestales.  Esa intercesión de la diosa es la que le otorga ese carácter protector de la familia y del pueblo de Roma, y su puritanismo sexual y costumbrista es la que exige a sus sacerdotisas. Su elemento, el fuego, estará presente siempre en sus vidas, de ahí que a modo de símbolo se les obsequiara con  esa primera lamparilla y deberán custodiar la llama que enciende su templo circular, protegiéndolo con su vida si es necesario, para que siempre se halle encendido, pues es esa llama la que profiere la protección de la diosa a Roma y a los suyos, jamás deberá apagarse.
 
 
Esos primeros 10 años, son de una formación continuada y me imagino que debido a la incipiente pubertad debían ser especialmente insistentes en la obligatoriedad del celibato, enseñar los cultos, y de cómo realizar la "mola salsa" una especie de pan que servía de ofrenda a la Diosa durante sus celebraciones en la segunda semana de Junio. Contrariamente a lo que se pueda pensar era un número limitado de Vestales, con un máximo de 6. Estas pequeñas disponían de una formación continuada, repetitiva y exhaustiva.
 
 
 
Los siguientes 10 años se consagraban al culto, una vez la pequeña ya adquiría un rango más adulto pasaba a ser una vestal activa en funciones, siendo ella en turnos rotativos la encargada de mantener la llama sagrada de Vesta permanentemente encendida. Este hecho tan a priori sencillo, era fundamental en su vida, hasta el punto que lo sacro de su trabajo tenía connotaciones políticas y sociales, si durante el custodio de una de ellas, la llama se apagaba, se avisaba al Senado, se investigaba el caso y se infligía un castigo físico a la vestal responsable. Posteriormente se debía volver a encender el fuego a través del reflejo directo de la luz del sol. Esta clase de ritos ancestrales permitía a los romanos, extremadamente supersticiosos, pensar que Vesta seguía protegiendo de alguna forma el gobierno de Roma.
 
No eran estos los únicos castigos a los que eran sometidas las vestales, castigos menores se producían con cierta asiduidad si una de ellas incumplía con las normas de buen comportamiento o con lo que se esperaba de la dignidad de su rango, pero el mayor castigo que se infligía a una Vestal era cuando su virginidad fuera mancillada, teniendo en cuenta el nivel de exigencia que se les pedía desde niñas fue un milagro que no se conocieran más casos en las que alguna vestal enamorada sucumbiera al placer del sexo, se tiene constancia de muy pocos casos pero cuando este hecho era público, se pagaba con la muerte de la vestal, a la que enterraban viva con elementos básicos como agua, leche y una lamparilla de aceite hasta que moría de hambre.
 
 
Estos castigos eran un aviso a las demás, constituía una atrocidad sin duda pero sólo comparable para la sociedad romana a la naturaleza de su error pues la pureza de una vestal era sagrada.
Cualquiera que lea este texto puede pensar en la dura carga que suponía ser nombrada vestal, pero lo cierto es que también disponían de muchos y variados beneficios reservados a muy pocos. Las vestales dada su condición de ente sagrado eran tremendamente respetadas, disponían de un lugar preferente en cualquier actividad pública, tenían preferencia de paso y viajaban en un carro tirado por caballos con lictores que tenían la potestad de castigar a quienes osaran molestarlas o impedirles el paso. 
 
 
Era tan respetada su autoridad que si por suerte un preso se cruzaba con ella y ésta quería, podía darle la libertad aunque estuviera castigado con la pena de muerte, su capacidad decisoria no era cuestionada.
Las vestales no eran propiedad de los padres, sino de la diosa, esta falta de autoridad sobre ellas, les permitía heredar o gestionar su patrimonio y vivir una vida sin tutelaje comparable a la de un hombre libre cuando acababa el servicio de sus funciones tras 30 años. 
 
Los romanos disponían de un sistema que permitía a simple vista saber el rango que ostentaba un ciudadano, un político o una mujer y se reduce a lo más esencial, a su indumentaria. Es un sistema simple pero altamente efectivo, si eres un esclavo una simple túnica, si eres un niño libre una túnica blanca con ribete púrpura, un senador...toga blanca y las vestales? Las vestales debían ser identificadas de forma inmediata, para ello disponían de una serie de elementos distintivos que las hacía fácilmente reconocibles. 
Su pelo recogido estaba soportado por una o varias cintas de pelo llamadas ínfulas que rodeaban su cabeza, parecida a nuestras diademas, hechas de lana trenzada o retorcida de color blanco o rojo, sobre estas llevaban una especie de velo blanco de lana llamado sufíbulo de la que colgaban unas tiras púrpuras y blancas (no se sabe si son la prolongación de la propia ínfula) y se creen que éstas representaban su pureza y su consagración al fuego sagrado. Su cuerpo era cubierto con una stola (túnica) cubierta de una palla (una especie de mantón). No queda muy definido si la stola era de un blanco total o si poseía algún ribete distintivo, lo que sí se desprende de los restos de sus representaciones escultóricas es la coincidencia de los tres elementos que he referenciado anteriormente.
 
Las Vestalias
Las celebraciones sagradas tenían lugar durante la segunda semana del mes de Junio entre el 7 y 15 de Junio.
Vesta tiene una doble connotación, la de protectora de la casa y la propia de su castidad, esta ambivalencia estará presente en su propio ritual y festividad. 
Las Vestales eran las únicas que podían acceder al recinto más sagrado, su templo circular. Únicamente durante el primer día de la festividad, el templo permanecía abierto, pero sólo accesible a matronas, que pidiendo sus favores para la protección de su hogar ofrecían alimentos y bebidas a la diosa. Las Vestales en esa semana debían preparar la mola salsa, y sobre todo debían garantizar que hubiera suficiente cantidad para todas las celebraciones en su honor.
 
 
Las Vestales aprovechaban para sacar las efigies de la Diosa públicamente, seguidas de matronas que descalzas y solemnes la seguían en procesión (os suena?),  el último día las Vestales lanzaban al Tíber unos pequeños muñecos hechos de paja posiblemente con alguna simbología para desechar los malos augurios.
 
Durante la semana de las Vestalias, los asnos no trabajaban y se les colocaba flores celebrando que fuera este animal el que avisó a la Diosa en la mitología de que Príapo quería violarla, manteniendo su castidad a salvo.
 

El Templo de las Vestales en Roma

 
 
 
Antes de la llegada del sistema imperial en Roma, en el que el jefe de la religión era el propio emperador, existía la figura externa del Pontífice Máximo que en realidad era por así decirlo el "jefe" ceremonial y religioso de Roma y era éste el garante de las Vestales, es por eso que la residencia "regia" se halla junto al enorme edificio de las Vestales. Hay que diferenciar entre el recinto de la casa de las Vestales del Templo propiamente, porque  aunque estaban casi unidos eran dos edificios diferentes.
 
Como todos los templos consagrados a la Diosa, eran de planta circular y evocaban al diseño de las primeras cabañas romanas, posiblemente porque en época de los Reyes romanos sería un edificio parecido pero más tosco y de techumbre de paja. El que se puede contemplar en Roma es fruto de numerosísimas reconstrucciones debido a los incendios y saqueos que los siglos les infligieron, posiblemente de la época de Severo.
Construido con un diámetro de unos 15 metros y con una cella cerrada, el templo estaba perimetrado por 20 columnas corintias sobre un podio con 20 escalones, su techo cónico tenía una obertura para que el humo pudiera escapar.  La entrada estaba orientada al Este en clara referencia a la unión del sol y la luz con la diosa.
 
 
 
Fuera del Templo pero contiguo a él estaba la enorme Casa de las Vestales. Este gran edificio de ladrillo divido en tres plantas estaba constituido por la zona residencial que se aprecia en la imagen inferior, con 6 que presumiblemente eran las que ocupaban cada una de las vestales, aunque son demasiado pequeñas y un lugar de culto a los dioses Lares. El edificio disponía de un atrio central con 3 piscinas y zona ajardinada perimetrada por las estatuas de Vestales ilustres con sendas referencias a sus atributos en el ejercicio de sus funciones y una estatua de rey Numa como fundador. En el perímetro del atrio el resto de las habitaciones hasta completar las 50 que servirían de almacenaje, de uso para esclavos dedicados al cuidado de la residencia, o estancias dedicadas a la enseñanza de las nuevas vestales o incluso salas de recepción.
 
 
Las Vestales vivían sin duda en una majestuosa y palaciega jaula, y lo que está claro es que ni reyes ni emperadores (en especial la mujer de Severo, Julia) escatimaron en ofrecer lujo y placer visual a las vestales que vivían en él. Mosaicos de damero y formas geométricas decoraban el suelo de las estancias y una sensación de paz y cierto aire de solemnidad inunda a quiénes lo visitan.
 
 
 
Los diez últimos años de consagración como Vestal, es decir entre los 30 y 40 años, estas ya ahora adultas consagradas lo dedicaban a la formación de la nueva generación de niñas que cada década se incorporaban a su casa. Una vez que se había cumplido con la obligatoriedad de los 30 años del ejercicio de las funciones, las vestales eran libres de ejercer su vida en total autonomía y sin las ataduras propias del celibato. 
No obstante se tiene constancia de que muchas prefirieron continuar en sus funciones hasta el final de sus días dando soporte a las nuevas generaciones y con un alto estatus en cuanto a su reputación. Aquellas pequeñas se habían pasado toda su infancia, adolescencia y madurez como sacerdotisas de la diosa, como garantes de las tradiciones, y ahora... Dónde ir? ¿Por dónde empezar? ¿Con quién? 
Pocas vestales infligieron que se sepa su voto de celibato y pocas se jubilaron de sus funciones, cuando tu destino ha estado unido al de los dioses, ¿cómo regresar a la vida normal? Cuando la gente baja la mirada y reverencia a tu paso, ¿cómo volver a lo corriente, a lo simple a lo mundano? Ciertamente no debió ser fácil pero es que la vida en Roma nunca lo fue.
 
Con la llegada del cristianismo como religión oficial las vestales fueron relegadas al olvido, a pesar de eso aún puede contemplarse la magnificencia de aquello que nunca dejó de ser, la consagración de lo femenino, la devoción a la grandeza de los orígenes de Roma.
 
Mireia Gallego
Mayo 2019
 
 
 
 

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