Manos de Sabacio

Tesoros Museo Británico
 

Introducción

La religión y sobre todo la superstición fueron aspectos que formaron parte de la vida romana hasta alcanzar unas cotas muy significativas. A pesar de ese carácter práctico e innovador que les llevó a alcanzar grandes hitos en muchos campos, fueron temerosos de los dioses y escasamente racionales en todo aquello que tenía que ver con el misticismo, los ritos y las celebraciones sacras. Es una dualidad que bajo nuestra mentalidad parece antagónica en sí misma pero lo cierto, es que podían compatibilizar el desarrollo social casi pudiéndose clasificar como moderno con una religiosidad arcaica sin despeinarse un pelo.
 
Los símbolos religiosos por tanto, eran frecuentes en villas, templos, calles y comercios, hallándose en gran número en las prospecciones arqueológicas a lo largo y ancho del imperio. Uno de esos múltiples símbolos que han sido localizados desde Hispania hasta Oriente medio es la mano de Sabacio que por decirlo de alguna forma es el símbolo de símbolos.
 

Sabacio, el dios que vino de Oriente

 
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Como en algunos otros artículos he explicado, los romanos heredaron parte de su arte, religión y organización social de las diferentes culturas que se agruparon en el Lacio, algunas de ellas siendo especialmente importantes como los etruscos que a su vez se habían visto fuertemente influenciados por el comercio mantenido con las diferentes polis helenas de la península o de Sicilia. Sabacio por tanto no era un dios romano como tampoco lo fue griego, sino que provenía de los pueblos tracios y los frigios ubicados en la zona que actualmente ocupa la actual Turquía.
La helenización de determinadas ciudades hizo que Sabacio, el dios jinete, se fuera introduciendo en el mundo griego hasta irse adaptando a su propio culto. Si bien Sabacio en sus tribus de origen estaba relacionado con los mitos con Cibeles, diosa también adaptada por el mundo clásico grecorromano, posteriormente fue adoptando la personalidad de los dioses helenos, hasta ser denominado por ellos como Zeus Sabacio e incluso relacionándose con el culto a Dionisio, a esta asignación de atributos propios a deidades extranjeras se le denomina "interpretatio graeca"
 
Sabacio, por tanto, tuvo diferentes representaciones físicas según lugar de procedencia pero sobrevivieron sus símbolos y ritos. Efectivamente, no se trataban de celebraciones populares y abiertas a los fieles sino cultos mistéricos e iniciáticos reservados a una minoría que pasaban previamente por un proceso de aceptación y aprendizaje, siempre en un ambiente de secretismo en cuanto a sus procedimientos sagrados. 
 
El origen remoto de Sabacio lo relaciona con los elementos más simples como la protección de las cosechas, la agricultura o la fertilidad. En las representaciones de algunas estelas aparece a lomos de un caballo, pisando o portando una serpiente, animal que siempre estará presente en todos sus elementos de culto. Ese carácter sincrético y su relación con las cosechas es la que le llevará a diluirse con la personificación y culto a Dionisios, aunque Sabacio disponía ritos de iniciación propios que evocan tiempos arcaicos. El iniciado era seguido por una procesión de fieles que portaban serpientes o las manos de Sabacio, muy posiblemente colocadas sobre una vara ya que la mayoría dispone de un orificio en la base. El iniciado era despojado de su túnica y cubierto con barro y salvado para posteriormente hacer que una serpiente recorriera su torso, uniendo al nuevo seguidor con las divinidades ctónicas.  Efectivamente, Sabacio disponía de una conexión con el inframundo que garantizaba que sus seguidores dispusieran de un lugar preferente en los Campos Elíseos.
 
 
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Las manos de Sabacio

Como hemos comentado, las manos que representaban al dios difieren de la cantidad y orden de los símbolos pero no de la disposición de su forma general que siempre es la misma en todos los restos hallados en yacimientos.
La mano dispone de tres dedos extendidos, pulgar, índice y medio donde suelen aparecer los mismos iconos, la piña y las garras de águila sobre una rama. 
La piña es un símbolo en sí mismo de perfección, renacimiento, fertilidad y relación con el inframundo, mientras que las garras del águila podrían ser la representación de la transición o portabilidad de las almas, este animal en sí mismo, que en ocasiones acompaña sus bustos y efigies, simboliza el poder muy enraizado con el culto a Zeus/Júpiter.
La serpiente suele aparecer enroscada en su base o bien ascendiendo hasta los dedos. Este animal dispone de una vertiente oculta, curativa, sanadora pero también relacionada con el secretismo de sus ritos y con el inframundo (símbolos de los dioses Lares y Penates de los lararios y del Caduceo de Hermes o Mercurio, dios encargado de portar las almas y de proteger a los comerciantes).
 
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Otros dos animales que suelen aparecer en sus manos es la rana, símbolo de la metamorfosis o el cambio en clara alusión a la transformación de los iniciados y el lagarto, animal que representa la regeneración.
Aunque estos iconos del mundo animal son los más elementales y arcaicos, posteriormente se fueron añadiendo otros como el falo, símbolo de protección y fertilidad, varas y bastones de mando así como diferentes símbolos sacerdotales. 
Lúnulas, balanzas, carneros (muy relacionados con Júpiter), efigies del propio Sabacio y del caduceo de Hermes/Mercurio, aumentan el poder protector de la mano. 
 
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No serán ni mucho menos los únicos, también se han localizado en muchas de ellas, iconos de vasijas y mesas con alimentos que podría simbolizar el poder de garantizar buenas cosechas para los fieles devotos. 
 
Un ejercicio divertido es buscar estas manos para analizar los detalles coincidentes dependiendo de su procedencia y época.
 

Conclusión

Sabacio no fue un dios extremadamente seguido, posiblemente Mitra, otra deidad pareja en localización y con cultos igualmente sincréticos fue mucho más popular pero lo cierto es que el dios jinete nos dejó un legado cultural y religioso que llegó al otro extremo del mediterráneo a través del asentamiento de las polis griegas.
Empúries, nos ha dejado la muestra de una simple vasija de arcilla donde se aprecia su influjo pero sin duda, son centenares las figurillas y manos que nos recuerdan que el mare nostrum fue el canal de comunicación comercial, cultural y religioso más importante de la antigüedad.
 
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