Los frisos del Partenón en el British Museum

 

Introducción

El monumento de referencia de todos los amantes de lo griego es sin duda el Partenón de Atenas. Digamos que es un punto referencial del cual parte un interés más extenso, quizás ello se debe a la posibilidad de contemplarlo aún en nuestros días o porque su estructura se instaura como icono en la memoria colectiva al igual que el Coliseo hace lo propio con lo romano.

Esto no significa que el Partenón deba ser el elemento preferencial sino que de él parte todo lo demás, es simbología en estado puro no sólo de un orden arquitectónico, sino de una cultura, un modelo político o de un ideario social.

Reconocible por cualquiera pocos saben de su apariencia original, y a pesar de que es uno de los monumentos más visitados de Atenas, es en Londres donde se halla parte de la extensa colección de los elementos decorativos que componía su friso interior.

En este apartado no encontraréis un artículo exhaustivo de las medidas y composición del Partenón, sino lo que podemos hallar en el Museo Británico de Londres. El Partenón merece mucho más que dos líneas de referencia, es por ello que tendrá un apartado destacado, como bien merece, en los restos arqueológicos de Atenas.

Lord Elgin

Al igual que el Mausoleo de Halicarnaso o el Monumento de las Nereidas, los frisos del Partenón están idealmente tratados en una de las grandes salas del Museo Británico, es decir temperatura idónea y ambiente tenue, pero carecen de la intensa luz ateniense y de su imponente azul del cielo, es como si su alma hubiera perecido con su traslado, se percibe con solo mirarlo.

Por ello a quienes amamos tan profundamente lo clásico, al verlos entre las paredes sombrías y frías del Museo, nos recorre una mezcla de emoción y de profunda tristeza. Londres es una increíble ciudad, cierto, pero es gris, oscura... Únicamente el brillo del sur es capaz de mostrar la auténtica quintaesencia del Partenón, pues con esa luz la esculpió Fidias y con esa misma luz debía ser admirado. 

Atenas conocedora de ésto, diseñó del Museo de la Acrópolis partiendo de la premisa que la luz natural debe entrar directamente a las salas, grandes ventanales con increíbles vistas al Partenón rodean las estancias, dejando que su luz incida en esculturas y frisos, dejando que la luz sea también protagonista de la obra.

A principios del s.XIX, Lord Elgin, británico que vivía en Atenas, negoció la compra de los frisos y de parte de las esculturas que decoraban uno de los frontones del Partenón, pero no negoció con el gobierno griego, negoció con los turcos durante la ocupación otomana, este hecho es relevante para entender la naturaleza del enfrentamiento entre Londres y Atenas, ya que aunque "legal", su adquisición no estuvo avalada por un interlocutor legítimo. Los griegos no vendieron los relieves, los turcos fueron los artífices, por tanto ambos países postulan argumentos de base, aunque a mi parecer es la administración de Atenas la que cuenta con la autoridad moral y lícita para reclamar su regreso.

 

El frontón

©Trustees of the British Museum

 

El museo Británico dispone de la casi totalidad preservada de uno de los frontones, concretamente el oriental que coronaba el Partenón, es fácil diferenciarlo por su estructura triangular siendo las dos figuras principales, la de Atenea y la de Zeus las que alcanzarían la mayor altura, decreciendo posteriormente utilizando figuras en posiciones de semi inclinación o emergiendo parcialmente como es el caso de las cabezas de caballo que asoman desde los extremos y que representarían el carro de Helios en posición de amanecer y ocaso del día. Importante es destacar que estas esculturas en mármol blanco estarían sobrepuestas a un fondo en color rojizo para destacar el relieve y darle cierto movimiento.

Estas imágenes representaban el momento exacto del nacimiento de Atenea de la cabeza de su padre Zeus, las figuras se han interpretado como las de: Helios, Dionisio, Demeter, Kore y la copera de los Dioses Hebe, Hera, Hermes, las dos centrales Zeus y Atenea, Hefesto, Poseidón, Apolo y Leto, Selene y su carro en representación del ocaso lunar, Hestia, Dione y Afrodita.

©Trustees of the British Museum
 
 

De una belleza extraordinaria y con una altura mayor que las de un cuerpo real, las efigies de los Dioses nos aproximan a las dimensiones reales de todo el conjunto, sin duda es uno de los monumentos del mundo que establecen una complejidad arquitectónica sin precedentes.

Fidias puso todo su talento y el de su equipo al servicio de Atenas, desconociendo que casi 2500 años después de su obra seguiríamos gozando de su extraordinaria belleza.

©Trustees of the British Museum
 
©Trustees of the British Museum
 

Las metopas

 
Metopas ©Trustees of the British Museum
 

Fidias diseñó el Partenón para el ensalzamiento del pueblo ateniense y para ilustrar gráficamente el patronazgo de la ciudad. Así como los frontones estaban representados por los Dioses, (frontón oriental nacimiento de Atenas, frontón occidental la disputa entre Ateneas y Poseidón por el custodio de la urbe), las metopas se hallaban entre los triglifos y representaban cuatro periodos mitológicos en los que Atenea había participado: las Gigantomaquias, las Centauromaquias, la Amazonomaquia y la Guerra de Troya.

Las metopas alcanzan un tamaño de metro y medio de altura y se dispusieron alrededor del perímetro exterior del Partenón. En el Museo británico se muestran principalmente las que se corresponderían con el ala oriental, piezas parciales de un total de 32 que mostrarían la Centauromaquia, es decir el enfrentamiento entre centauros y los invitados a la boda de Prirítoo e Hipodamía, entre los que se encuentra Perseo y que alecciona al pueblo heleno sobre la victoria de la razón frente a la barbarie. 

Metopas ©Trustees of the British Museum
 

Los frisos del Partenon

©Trustees of the British Museum
 

El plato fuerte del museo es sin duda los frisos del partenón de Atenas. Perimetrando una sala rectangular de gran tamaño, se expone más de un tercio de la totalidad de los 160 m de largo en que se componía el original.

El friso original estaba ubicado en la pared exterior de la cella del Partenón bordeando la parte superior siendo su altura de 1 metro. Las piezas siguen una correlación temporal que se correspondería con la celebración de las grandes Panateneas. Esta fiesta de culto a Atenea se celebraba cada cuatro años y era una tradición antigua en la que vestían con un nuevo manto la figura de madera de la Diosa.

Es por ello que los frisos muestran una procesión de caballeros, la presentación del peplos (túnica) tejido por las mujeres, animales dispuestos para el sacrificio, portadoras de incienso y ofrendas, o a los Dioses del Olimpo.

Construido en mármol pentélico extraído de las canteras del monte con el mismo nombre, fue esculpido en bajorrelieve por la escuela de Fidias y probablemente por él mismo, la innovación era dada porque se escogió el estilo jónico para la confección del friso mientras que el estilo del templo es dórico.

 

Entrega dell Peplum ©Trustees of the British Museum
 

Lo que poca gente sabe es que los frisos jamás fueron blancos, con la confirmación de que eran en color se adivina los posibles tonos que fueron usados para su decoración, siendo previsiblemente azul en el fondo, y utilizando ocres, amarillos y rojos para los demás elementos.

Los pequeños orificios que se observan en algunas partes del relieve indican que fue utilzado el bronce, el oro o la plata para confeccinar coronas o detalles que incrementaran su ostentosidad y belleza, especialmente en el friso correspondiente a la recreación de los Dioses Olímpicos.

Los Dioses ©Trustees of the British Museum
Procesión de las portadoras de incienso ©Trustees of the British Museum
Animales para el sacrificio ©Trustees of the British Museum
Jinetes ©Trustees of the British Museum
©Trustees of the British Museum
 
©Trustees of the British Museum
 

El cortejo finalmente se unía en la entrada orientada al este, donde los Dioses contemplan la procesión siendo Zeus el único que aparece representado en su trono debido a su rango de padre de los Dioses, el resto reposan sobre una clase de taburetes denominados diphros.

 

Conclusión

En ocasiones parece increíble pensar en el nivel de perfección adquirida por estos artesanos, la complejidad del trabajo y el poco margen de error, nos recuerda lo poco que hemos avanzado en esta materia y la implicación del propio Fidias, como artífice o como director, en un proyecto colosal que le reportó más problemas que alegrías en su momento pero que sin embargo nos hace admirarlo dos mil quinientos años después de su construcción.

Los frisos del Partenón sólo deberían ser admirados en Grecia, en su lugar de origen, en su casa. Por más que el Museo Británico pretenda conservarlo excepcionalmente, no puede otorgarle el entorno en el que fue forjado, en el que nació su historia, nuestra historia. Un hermoso diamante en la penumbra más absoluta. 

 

Mireia Gallego 

Octubre 2015

 

 

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