La cárcel romana

Autor: Lalupa CM

Introducción

Antes de adentrarnos en el truculento mundo de lo penal es importante enfatizar la diferencia notable que existe entre nuestra percepción y la del mundo antiguo en lo que se refiere a la finalidad del encarcelamiento.

Diremos que ahora la motivación es la de reinsertar al preso privándole de libertad y dotándole de herramientas que le permitan reincorporarse a la sociedad, para ello el estamento judicial establece una pena por tiempo limitado que debería ajustarse al grado de importancia del delito cometido y a lo que marca la Ley de enjuiciamiento criminal, civil o penal. En el caso de Roma es sensiblemente diferente pues para la sociedad antigua el encarcerlamiento es simplemente el impás que transcurre entre la captura del reo y la condena judicial. La pena en sí no es permanecer hacinado en una celda, es únicamente una medida de contención hasta que la sentencia sea definitiva y esta última podía ser tremendamente dispar, desde trabajos sociales, penas de cuantías económicas, exilio, esclavitud o la pena de muerte. Pero vayamos por pasos....

Cárceles en Roma

Si ahora os pregunto cuántas cárceles o calabozos pensáis que existía en el apogeo del imperio en la ciudad de Roma, estoy segura que muchos pensaréis que casi en cada barrio o colina debía existir una, teniendo en cuenta que la urbe sobrepasó el millón de habitantes y siendo ésta el centro del mundo tanto para lo bueno como para lo malo, lo lógico sería pensar que se contaban por decenas. Bien, pues no, en Roma cárcel como tal, sólo había una, el Mamertinum, situada en la colina Capitolina muy cerca del tabularium y de la Curia Iulia, hoy bajo los cimientos de la Iglesia de San Giuseppe dei Falegnami.
Siendo fieles a la historia hay que añadir que esta prisión jamás fue suficiente y que se sabe por las fuentes clásicas que en ocasiones se tuvieron que habilitar otros lugares para mantener durante días y semanas a los prisioneros pendientes de juicio, se sabe por ejemplo que el Templo de Saturno y las instalaciones militares del Campo de Marte tuvieron que abrirse para ubicar a los que ya no podían hacinarse en la Mamertina.
Como veis la ausencia de este tipo de instalaciones en la ciudad permite entender que la finalidad no es la de retener durante años al condenado sino mantenerlo controlado durante un segmento temporal.
Es importante señalar que existían las Lautumiae, que eran otro tipo de cárceles ubicadas en lugares apartados de las urbes y que en realidad se trataban de canteras excavadas en la roca donde los condenados eran tratados como esclavos realizando trabajos forzosos. Son muy conocidas por ejemplo las que se encuentran en Sicilia, concretamente en Siracusa y que son visitables actualmente, la imagen que continua es la entrada a esta enorme gruta que se adentra en la montaña y que es de unas dimensiones colosales.
 
La cárcel Mamertina se cree que fue iniciada durante la época monárquica romana, pero la que puede contemplarse actualmente está datada en el s.II a.C, originariamente es posible que se tratara de una cisterna o silo de almacenaje. En realidad consta de un doble piso abovedado, aunque actualmente hay una escalera que baja del primer al segundo nivel, inicialmente no existía tal acceso y los reos que por desgracia debían ir al piso inferior eran colgados por una cuerda e introducidos por un agujero. El lugar sin duda era terrible, las amplias paredes de piedra, la humedad y la sensación de oscuridad tenía que ser claustrofóbica por no hablar del hedor.
Esta prisión tiene el trágico récord de haber sido lugar de encarcelamiento de ilustres personajes históricos, Vercingétorix, Yugurta, Sejano, San Pedro (este último es más que cuestionable), San Pablo, etc... El motivo por el que ahora se encuentra un altar con una cruz invertida y un cilindro pétreo del que emana agua es precisamente por esa referencia a la crucifixión de San Pedro y al milagro del que hizo brotar agua para seguir con la tarea bautismal de los condenados.
 

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A la cárcel mamertina también se le conoce como Tullianum pero la etimología no queda clara si es porque hace referencia al rey romano que inició su construcción o por la palabra Tullius que significa cisterna. Ahora que ya sabemos dónde estaba y cómo era vamos a hablar de quienes la dirigían.

Cargos penitenciarios

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La jerarquía penitenciaria tenía un cargo principal con mandos intermedios. El principal y en el que recaía toda la responsabilidad era el Prefecto urbi, un cargo que acostumbraba a salir de aquellos que pertenecían al orden ecuestre y que principalmente tenía tareas de orden casi militar con imperium para condenar a muerte, a pesar de que la dirección penintenciaria era una de sus tareas no era ni mucho menos la única, por ello se rodeaba de otros cargos menores en los que en realidad recaía gran parte de la responsabilidad del custodio de presos.

Esos cargos que dependían directamente de su dirección eran los tresviri capitales (anteriomente apparitores), que eran tres magistrados encargados de la seguridad pública y de gestionar las resoluciones judiciales. Otros de los subalternos que dependían directamente del prefecto eran los commentarienses, que eran cargos públicos más administrativos que se dedicaban a la categorización de cada uno de ellos, nombre, procedencia, delito imputable y resolución de la pena. Y por último el Carnifex, el verdugo encargado de la ejecución de las penas más severas que podían ser desde el maltrato físico hasta la ejecución.

En el caso de las provincias romanas el poder y mando del prefecto recaía sobre los gobernadores de la ciudad que poseían el mismo imperium para condenar a muerte si el delito lo requería.

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Ciertamente la sociedad romana entendía que se debía pagar por el delito independientemente del cargo o nivel social que se tuviera, en ocasiones patricios y esclavos compartían espacios hacinados y en condiciones lamentables, motivo por el que a lo largo del imperio se intentó regular y dignificar, siendo una tarea poco efectiva si nos atenemos a los resultados. 

Así pues los reos esperaban su turno de la resolución judicial en el primer o segundo piso de la mamertina o en los calabozos repartidos en la ciudad. Ahora viene la siguiente pregunta ¿Cómo se les mantenían inmóviles dentro de la prisión? 

Existían diferentes sistemas de contención de los presos según se precisara, es cierto que resulta prácticamente imposible salir del Tullianum por su estructura, pero las necesidades según el delito o la resistencia en ocasiones requerían de la inmovilización del reo. Para ello existía el Nervus que era una barra de hierro para atar los grilletes y esposas que se usaban para manos, pies o ambos.

Los encargados penitenciarios disponían además de los Numellae que eran arneses de cuero y la Botae que consistía en un yugo de madera que se colocaba en manos, en los pies o en todos los miembros.

Salustio nos habla del Tullianum como un lugar infecto:

"En el Carcer hay un lugar que se llama el Tullianum. Se halla a unos doce pies de profundidad bajo el nivel del suelo. Está ceñido en todas partes por gruesas murallas. Se cubre con bloques de piedra que se van juntando en bóveda. La suciedad, las tinieblas y su olor nauseabundo hacen de él un lugar repugnante y horrible"

Durante el cristianismo se debieron hallar nuevas fórmulas de encarcelamiento, utilizándose en ocasiones los monasterios para penas menores como el adulterio. 

Conclusión

Como habéis podido comprobar el reglamento penitenciario no tenía la misma finalidad que la actual, no se sabe exactamente cuando dejó de usarse el Tullianum y tampoco hay datos que nos constaten que en ese agujero infecto esperara San Pedro a ser ejecutado, aun así la estructura y la información que se tiene por fuentes clásicas nos aproxima a ese mundo oscuro y tenebroso y nos da una pista de las particularidades del Derecho romano penitenciario. En ocasiones a través de estos elementos somos capaces de contextualizar y encajar su sistema social que debe ser observado y estudiado desde la objetividad más absoluta.

 

Mireia Gallego 

Enero 2021

 

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