La cárcel romana
Introducción
Antes de adentrarnos en el truculento mundo de lo penal es importante enfatizar la diferencia notable que existe entre nuestra percepción y la del mundo antiguo en lo que se refiere a la finalidad del encarcelamiento.
Diremos que ahora la motivación es la de reinsertar al preso privándole de libertad y dotándole de herramientas que le permitan reincorporarse a la sociedad, para ello el estamento judicial establece una pena por tiempo limitado que debería ajustarse al grado de importancia del delito cometido y a lo que marca la Ley de enjuiciamiento criminal, civil o penal. En el caso de Roma es sensiblemente diferente pues para la sociedad antigua el encarcerlamiento es simplemente el impás que transcurre entre la captura del reo y la condena judicial. La pena en sí no es permanecer hacinado en una celda, es únicamente una medida de contención hasta que la sentencia sea definitiva y esta última podía ser tremendamente dispar, desde trabajos sociales, penas de cuantías económicas, exilio, esclavitud o la pena de muerte. Pero vayamos por pasos....
Cárceles en Roma
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A la cárcel mamertina también se le conoce como Tullianum pero la etimología no queda clara si es porque hace referencia al rey romano que inició su construcción o por la palabra Tullius que significa cisterna. Ahora que ya sabemos dónde estaba y cómo era vamos a hablar de quienes la dirigían.
Cargos penitenciarios
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La jerarquía penitenciaria tenía un cargo principal con mandos intermedios. El principal y en el que recaía toda la responsabilidad era el Prefecto urbi, un cargo que acostumbraba a salir de aquellos que pertenecían al orden ecuestre y que principalmente tenía tareas de orden casi militar con imperium para condenar a muerte, a pesar de que la dirección penintenciaria era una de sus tareas no era ni mucho menos la única, por ello se rodeaba de otros cargos menores en los que en realidad recaía gran parte de la responsabilidad del custodio de presos.
Esos cargos que dependían directamente de su dirección eran los tresviri capitales (anteriomente apparitores), que eran tres magistrados encargados de la seguridad pública y de gestionar las resoluciones judiciales. Otros de los subalternos que dependían directamente del prefecto eran los commentarienses, que eran cargos públicos más administrativos que se dedicaban a la categorización de cada uno de ellos, nombre, procedencia, delito imputable y resolución de la pena. Y por último el Carnifex, el verdugo encargado de la ejecución de las penas más severas que podían ser desde el maltrato físico hasta la ejecución.
En el caso de las provincias romanas el poder y mando del prefecto recaía sobre los gobernadores de la ciudad que poseían el mismo imperium para condenar a muerte si el delito lo requería.
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Ciertamente la sociedad romana entendía que se debía pagar por el delito independientemente del cargo o nivel social que se tuviera, en ocasiones patricios y esclavos compartían espacios hacinados y en condiciones lamentables, motivo por el que a lo largo del imperio se intentó regular y dignificar, siendo una tarea poco efectiva si nos atenemos a los resultados.
Así pues los reos esperaban su turno de la resolución judicial en el primer o segundo piso de la mamertina o en los calabozos repartidos en la ciudad. Ahora viene la siguiente pregunta ¿Cómo se les mantenían inmóviles dentro de la prisión?
Existían diferentes sistemas de contención de los presos según se precisara, es cierto que resulta prácticamente imposible salir del Tullianum por su estructura, pero las necesidades según el delito o la resistencia en ocasiones requerían de la inmovilización del reo. Para ello existía el Nervus que era una barra de hierro para atar los grilletes y esposas que se usaban para manos, pies o ambos.
Los encargados penitenciarios disponían además de los Numellae que eran arneses de cuero y la Botae que consistía en un yugo de madera que se colocaba en manos, en los pies o en todos los miembros.
Salustio nos habla del Tullianum como un lugar infecto:
"En el Carcer hay un lugar que se llama el Tullianum. Se halla a unos doce pies de profundidad bajo el nivel del suelo. Está ceñido en todas partes por gruesas murallas. Se cubre con bloques de piedra que se van juntando en bóveda. La suciedad, las tinieblas y su olor nauseabundo hacen de él un lugar repugnante y horrible"
Durante el cristianismo se debieron hallar nuevas fórmulas de encarcelamiento, utilizándose en ocasiones los monasterios para penas menores como el adulterio.
Conclusión
Como habéis podido comprobar el reglamento penitenciario no tenía la misma finalidad que la actual, no se sabe exactamente cuando dejó de usarse el Tullianum y tampoco hay datos que nos constaten que en ese agujero infecto esperara San Pedro a ser ejecutado, aun así la estructura y la información que se tiene por fuentes clásicas nos aproxima a ese mundo oscuro y tenebroso y nos da una pista de las particularidades del Derecho romano penitenciario. En ocasiones a través de estos elementos somos capaces de contextualizar y encajar su sistema social que debe ser observado y estudiado desde la objetividad más absoluta.
Mireia Gallego
Enero 2021
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