Sceptrum Imperii - Cetro imperial
Tesoros del Museo Británico
Introducción
El rasgo distintivo de las personas con poder son muchos y variados pero también actualmente es fácilmente apreciable quién dispone de rango real, no sólo por la indumentaria sino por los adornos o símbolos con los que se complementan. Los símbolos en los estatus más privilegiados socialmente, son tan relevantes como significativos, éstos pueden ayudarnos a saber diferenciar su categoría, sus méritos, su nivel o su jerarquía.
Las coronaciones incluso a día de hoy, están repletas del boato característico de un órgano ancestral y anacrónico que vive de sus tradiciones, ya que son ellas las que otorgan legitimidad, pero incluso en los nombramientos de nuestros ediles se sigue perpetuando la entrega de símbolos para dar a conocer quién ostentará el poder.
Desde los orígenes de las civilizaciones, los símbolos han sido cuantiosos pero sobre todo necesarios, aquél que posee el poder debe ser visible y reconocible con total independencia de lo que actualmente consideramos riquezas pues en las sociedades tribales se le otorga al jefe, un bastón de mando, una decoración ostentosa en la cabeza, un vestuario distintivo o incluso un tatuaje determinado. Todos estos elementos determinan su grado de relevancia en el grupo y también es fácilmente reconocible para el enemigo o el aliado, es una simple cuestión de practicidad.
En los orígenes por tanto, ya hallamos el bastón de mando como herramienta de poder, pues éste encarna en sí mismo la legitimidad otorgada por la comunidad.
El bastón de mando en la antigüedad
Todas las civilizaciones han entregado a sus gobernantes o regentes elementos de mando, en Egipto el cayado y el flagelo, simbolizaba el poder del faraón y era un rasgo distintivo sólo atribuible a su persona, poseerlo significaba ser legitimado por los Dioses y por los hombres y por tanto eran símbolos sagrados. En Grecia, Zeus, el Dios de Dioses, estaba representado también por elementos simbólicos de poder como el águila, el orbe y el bastón de mando (Hasta). Estos símbolos atribuidos a lo divino tomaron forma en las sociedades y pasaron a simbolizar el poder de un hombre frente a los demás.
Tesoros del Museo Británico
Así pues, se podría decir que los motivos que llevaron a escoger éste y no otro elemento pudieron ser dos, uno la representación del poder por su visibilidad frente a los demás, el segundo porque el cayado o el bastón, era el soporte de ancianos y sabios. Con los años, con los siglos, el bastón adquirió diferentes formas y tamaños para posteriormente completarse con otros símbolos representativos que fueran fácilmente reconocibles.
En los orígenes, estos bastones eran creados por materiales naturales y decorados con espigas, ramas, plumas, etc...con el tiempo la madera se convirtió en metales nobles y las decoraciones se perfeccionaron con gemas, grabados y elementos añadidos.
En la monarquía romana el imperium o autoridad era otorgado por los Dioses simbolizándose en el bastón de mando, mientras que durante la república a los cónsules o a los cargos más altos se les ofrecía el imperium domi o el militae, es decir el poder sobre lo civil o sobre las legiones, al ser cargos públicos de duración limitada se ostentaba un poder condicionado por esa duración en el tiempo repartiéndose las atribuciones entre varios cargos para evitar totalitarismos o conatos de rebelión. La representación de ese poder venía delimitada por un bastón corto de marfil coronado por un águila, símbolo de Roma por excelencia. En épocas convulsas o de necesidades específicas el imperium era otorgado a un solo hombre "Dictator" con potestad para la toma de decisiones que atañían a todos los ámbitos incluído el militar. No obstante, con la solución del problema (periodo de 6 meses prorrogables) , el dictator debía renunciar a su poder y devolverlos a las estructuras políticas del senado de Roma.
Con la llegada de Augusto y por ende, con el inicio de la época imperial, el emperador tenía potestad legitimada por el senado, de incidir en las cuestiones del ámbito civil, religioso y militar, el llamado "Imperium maius". El cetro del emperador, simbolizaba su poder total sobre todas las cuestiones de Estado, confeccionado en metales nobles y encabezado por figuras de águilas, eran acompañados por otros símbolos como el Orbe (soberano del mundo) o por una victoria alada.
Con la llegada del cristianismo, los símbolos paganos fueron sustituídos por elementos cristianos como la cruz, que simbolizaban el poder de Dios sobre los hombres y la legitimación del regente.
Conclusión
Las coronas, los bastones de mando o las capas púrpuras, son símbolos ancestrales de la ostentación del poder. Disponen de un orígen tan antiguo como el propio hombre y permiten diferenciar el primero de todos, sea una tribu, un país o un imperio. Nada ha cambiado, sólo hay que echar un vistazo para contemplar que el poder sigue otorgándose símbolos diferenciales. Conocer sus orígenes es reubicarlos en la historia.
Mireia Gallego
Mayo 2016