Retratos de El Fayum
Introducción
En Octubre de este año, tuve la suerte de gozar de unos merecidos días de desconexión en Londres con varias amigas, la fortuna de tenerlas a mi lado es que son conocedoras de mi pasión por todo lo que sea antiguo, así que les emplacé a que tuvieran la bondad de acompañarme al Museo Británico. Resignadas algunas, pero con la empatía y el cariño de hacerme el favor, me acompañaron en un delirante y divertido paseo, ellas saben por qué ;), a través de las salas más importantes. Por tanto, a: Cris, Rosa, Carla, Eva, Carmen, Charo, es a quiénes dedico este artículo.
Como ya sabéis algunos, he hecho un apartado de aquellos yacimientos más importantes, pero lo que no recordaba, menuda ignorancia la mía!, era que el Museo Británico custodiara parte de los restos de El Fayum, así que cuando me topé con la primera tabla pensé que había llegado la hora de mostrar en público, aquéllo que tanto me había emocionado hacía tantos años.
Qué son y dónde se localizaron?
El Fayum es una de las 27 gobernaciones de Egipto, localizada a unos 130 Km al Sur del Cairo.
Situada cerca de un lago, convertida en un oasis natural, y con un canal que trae las aguas del Nilo hasta la ciudad, proporcionó todos los beneficios para la agricultura ya en tiempos de los faraones. Más anclada en el desierto que en las orillas del caudaloso río, la escasez de humedad permitió que sus yacimientos se preservaran en un magnífico estado.
En el año 1615, durante unas excavaciones realizadas por Pietro Della Valle, se localizó la primera tabla pintada con un rostro que databa de la época de ocupación romana, es decir los famosos retratos de El Fayum, a partir de entonces empezaban a descubrirse alcanzando en siglos posteriores una cifra total de unos 1000.
Voy a explicar fácilmente qué son. Todo el mundo tiene en su memoria la imagen de la máscara de Tutankamón, es decir, los egipcios momificaban a sus muertos en un proceso sagrado que les conducía al más allá, decorando los sarcófagos exquisitamente según su rango económico y social, no obstante con el devenir de los siglos y con la convivencia de diferentes culturas en un mismo lugar, se unificaron diferentes estilos artísticos, por lo que en el s.I a.C durante la ocupación romana de Egipto y hasta el s.III, sus habitantes fusionaron ambas culturas.
Los ciudadanos siguieron momificando a sus muertos al más puro estilo faraónico, depurando sus cuerpos y extrayendo sus órganos, no obstante en vez de colocar una máscara con la forma de la cara, cubriendo el rostro y el cuello, lo sustituyeron por la pintura en tabla o lienzo.
En las imágenes se nos muestra los restos de dos niños, en el que se aplicaron dos estilos diferentes, el primero es más realista mientras que en el segundo recuerda más al estilo de pintura bizantina, ello es debido a la adaptación de esta metodología en la pintura sagrada de los siglos VI-VII cuando el cristianismo estaba en pleno auge.
Como se puede contemplar, la parte que corresponde al cuerpo mantiene el estilo egipcio, en el que se nos muestra, en la figura de la izquierda, las efigies de dioses de época faraónica en un tránsito del cuerpo hacia la muerte, o como en el caso de la imagen de la derecha, la pintura en lino del contorno del cuerpo de la niña, acompañado de dioses y símbología egipcia.
Las mujeres de Fayum
De las casi mil tablas halladas cubriendo el rostro de las momias, se podrían hacer varias diferenciaciones, por estilos, por materiales o por técnica, pero considero que las imágenes son más evocadoras para hacer estas distinciones.
Las mujeres representadas en las tablillas ofrecen una nutrida información sobre la época, la técnica o el nivel social. Casi todas ellas pertenecen a familias adineradas o de noble apellido, reflejado de forma exquisita en el nivel del artesano pintor. En ellas vemos las diferentes estéticas según las épocas, los cabellos recogidos ondulados o muy rizados, acompañados en ocasiones de cintas o coronas fijadas con pan de oro, técnica muy usada en el antiguo Egipto. El rostro muestra ojos desproporcionadamente grandes y brillantes de miradas perdidas y porte regio, la tez mayoritariamente blanca. Todas ellas portan joyería mayoritariamente de oro, en forma de pendientes, colgantes de media luna, medallones y gargantillas con incrustaciónes de gemas en color verde y rojizo.
La vestimenta se reduce a la toga con franjas que en su gran mayoría son de color rojizo o malva, a excepción de las más jóvenes que acostumbran a llevarla de color blanco.
Todas estas mujeres de ojos profundos y oscuros, nos muestran cuáles eran las modas de la época y como la técnica pictórica se fue modificando, en un primer momento la realidad prevalecía sobre lo artístico siendo mostradas tal y como eran retratadas en vida o a partir de un boceto ya hecho, para posteriormente ir idealizando el rostro con una técnica que establecería los cimientos del arrte bizantino.
Los hombres de Fayum
Así como las mujeres eran retratadas con las mejores de sus posesiones materiales, los hombres eran representados mayoritariamente con la toga praetexta de franjas rojas verticales. En ocasiones muy reducidas mostraban alguna corona, como el de la parte superior que podría indicar la pertenecia a algún colectivo o colegio sacerdotal.
La tez de los hombres se nos presenta más oscura, con barbas densas o perillas y bigotes cuidados, al igual que las mujeres sus ojos oscuros muestran la mirada perdida, entristecida o resignada.
Los niños de Fayum
Este es el aspecto más sombrío y sobrecogedor de todos, en una época en que las enfermedades más comunes se convertían en mortales, la comunidad infantil padecía los efectos devastadores de la falta de medios para combatir epidemias. Los rostros de Fayum nos adentran también en ese mundo injusto donde los más pequeños perecían ante la mirada aterrada de sus padres.
Ataviados con ropajes infantiles casi todos con la toga pratexta blanca, aparecen representados con miradas apenadas o vacías que te encogen el alma aunque hayan pasado casi dos milenios, no se aleja del aspecto de nuestros hijos y nos recuerda la fragilidad de la vida a través de la dulzura de sus rostros.
Conclusión
Si Pompeya nos muestra los restos de los ciudadanos petrificados en su lenta agonía hacia la muerte, los retratos de Fayum nos pone mirada y alma a cada ciudadano, casi tan demoledora como una fotografía pero más viva, más explícita, más desgarradora.
Fayum los ha colocado en el mapa y nos ha dado una información valiosísima en cuanto a aspecto, modas, gustos o preferencias. Pintores realistas que supieron vaciar las miradas para mostrar la fragilidad del destino. Miradas condenadas a vivir en la oscuridad del desierto o bajo la tenue luz de sus urnas de cristal, gritando en silencio que ese no es su sitio.
Mireia Gallego
Noviembre 2015