Corona cívica

Introducción
El sistema de condecoración militar en la antigua Roma tiene un origen muy antiguo, tanto como los diferentes pueblos de los que se nutrieron. De la misma manera que las faleras que portaban los legionarios galardonados sobre sus lóricas militares estaban adoptadas de los etruscos, las coronas no dejan de ser otra asimilación del sistema de condecoración que tenían los griegos y macedonios, pero que por supuesto, era extensible a muchos otros pueblos, incluso los muy remotos. Otros galardones utilizados por los altos cargos militares, eran la entrega de torques, es decir como unos brazaletes que habían emulado de los celtas. Posiblemente, a medida que los territorios conquistados y sus pobladores se iban anexionando a las legiones romanas, iban sumando tradiciones y gestos formales de sus antepasados. Es una forma acertada de garantizar un escenario pacificado y reconocible entre los soldados.
Los símbolos deben ser visibles en la distancia, porque precisamente su relevancia se sustenta en la diferenciación. Una corona sobre una cabeza de un militar era fácilmente reconocible e insuflaba cierta dosis de seguridad a las tropas, pero hay mucho más tras esta condecoración. Mucho, mucho más.

Linea Temporal
Tenemos las primeras referencias escritas en relación a la corona cívica, desde el s.II a.C y hasta el imperio de Caracalla. A diferencia de otras condecoraciones que se perdieron en el tiempo, ésta pasó de ser un premio a cualquier valiente soldado a un símbolo del propio emperador. Sabemos que el Senado la ofreció a Augusto para que fuera colocada en la puerta de su insigne hogar, en honor a todos los romanos que había salvado a través de su buen gobierno.
Cómo conseguirla
De todas las coronas, ésta era la más sencilla de obtener. Cualquier soldado que en el ejercicio de sus funciones en batalla, salvara la vida de un compañero ocupando su lugar, era condecorado con esa distinción. Hasta ahí parece relativamente sencillo, pero la corona cívica no la solicitaba a sus superiores el heroico soldado, sino aquel al que había protegido, atestiguando que su compañero le había salvado la vida. Sin esa confesión sincera, no existía el derecho a recibirla.
Me imagino y creo que no me equivoco, que muchos de los que lograron sobrevivir gracias a la acción de un compañero, omitirían ese dato, más si cabe teniendo en cuenta que debería rendir pleitesía a su salvador durante toda la vida.
La corona estaba hecha con simples hojas de roble. Este árbol estaba consagrado a Júpiter y simbolizaba para los romanos la fuerza y la resistencia, pero además, era un árbol muy común, por tanto no es una condecoración lujosa sino de prestigio social porque su portador no sólo debía ser honrado con una reverencia de por vida, sino que incluso podía optar a las magistraturas públicas aunque sus orígenes fueran humildes. Además de su simpleza, se sabe que en origen la corona era confeccionada al instante por el soldado salvado, y que era éste el encargado de colocarla sobre la testa de su protector.

A pesar de que podamos creer que una vez conseguido ese galardón, se custodiaba en casa como un premio de un recuerdo lejano, lo cierto es que muchos de estos soldados, una vez licenciados, la portaban sobre su cabeza orgullosamente en sus quehaceres diarios por más mundanos que fueran. Incluso algunos de ellos aprovecharon el momento para colocarse un "civica" a modo de apellido. Una especie de recordatorio social de que Roma le debía honores y respeto por sus hazañas. Me imagino que habría gente mucho más discreta que la colocaría sobre el dintel de su hogar, pero sabemos que otros aprovechaban cualquier ocasión para mostrarla públicamente. Uno de los personajes que consiguió tal galardón fue César en el asedio a Mitilene y creedme que la portaba en más de una ocasión. Todo dependía del ansia de notoriedad de su propietario. En realidad no es algo tan distinto a lo que vemos actualmente, me imagino que habrá ex soldados que porten sus medallas con orgullo a la más mínima ocasión, mientras otros prefieran custodiarlas en los pequeños estuches de madera sin ostentación.

Con la llegada de la época imperial, la corona cívica también pasó a ser utilizada formalmente por los emperadores. Era una forma de acaparar todas las distinciones posibles para que éste sobresaliera sobre cualquier otro hombre sin ser opacado por la imagen de un simple soldado. Con este hecho se ennobleció el símbolo, realizándolo en metales como el oro.
Conclusión
La simpleza en los elementos que conforman esta corona al igual que la gramínea, es un recordatorio de lo ancestral de esta práctica. La audacia, el honor, la valentía, era premiado con un simple entrelazado de hojas cogidas en el mismo lugar donde tal gesta se había dado, pero la realidad es que su simbolismo va más allá de una representación gráfica y palpable, es mostrar públicamente que la audacia en la batalla goza de premio, de uno que traspasa el tiempo y el recuerdo, instando al soldado raso a convertirse en un referente público y otorgando unos derechos que le habían sido privados.
Roma creó referentes de entre los menos favorecidos para instar a otros emular sus actos. No es un mal sistema.

Mireia Gallego
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