Corona muralis

 

Introducción

En otros apartados hemos hablado de las diferentes condecoraciones con las que eran premiados los soldados romanos, pero ésta de la que ahora os hablaré, es una de las más curiosas en forma y motivo. Esta clase de galardones iban encaminados a enaltecer el ánimo de la tropa pues más allá del honor que suponía, iban asociados a un reconocimiento social y político extensible a los miembros de la familia y a sus herederos, por tanto la recompensa no se reducía a un mero acto público sino a un legado que quedaba incluso reflejado en la epigrafía de las lápidas como foto final de toda una vida.
 

La corona muralis y la corona vallaris

 
 
Tanto la corona muralis como la vallaris, eran fácilmente reconocibles por su forma. La epigrafía nos muestra como representaban las forma de un muro con sillares o con ventanas. Algunas parecen redondeadas mientras otras muestran cierta cuadratura decoradas con pequeños orificios que simulan puertas. Este tipo de coronas son visibles en la representación de la diosa Cibeles, pues ese es uno de sus rasgos distintivos junto a los dos leones a ambos lados de sus piernas representando a Atalanta e Hipómenes, o a la Diosa Fortuna también tocada con la misma corona.
 
 
Si la corona cívica premiaba al valeroso soldado que salvaba a uno de sus compañeros y la gramínea a toda una legión, la muralis galardonaba al soldado, de cualquier graduación militar, que fuera el primero en sortear un muro enemigo con arrojo y bravura para tras ello colocar el estandarte romano. Y realmente esta no fue una acción menor porque la probabilidad de caer bajo la espada enemiga era altísima. El primero en alcanzar la parte más alta de la muralla debía enfrentarse directamente a un grupo notable de hombres y esperar al refuerzo de los legionarios que venían tras él.
No era raro, por tanto, que existieran fricciones entre soldados que aseguraran ser los primeros en llegar, y era lógico pues en una muralla de quilómetros lo más probable es que hubieran varios a diferentes distancias, así que la tarea de investigación sobre quién o quiénes habían alcanzado la cúspide antes era tomada muy en serio.
 
 
También este dato nos da cierta información adicional sobre la falsa idea que los muros enemigos no eran difíciles de sortear, o que las tribus conquistadas poco menos que eran un grupo de campesinos sin preparación que lanzaran nabos como defensa. De hecho la arqueología nos demuestra que las tribus prerromanas o coetaneas habían dedicado tiempo y esfuerzo en fortalecer sus poblados y que muchas de esas murallas, eran extremadamente difíciles de asaltar.
 
 
Y si la corona muralis era por sortear una muralla, queda claro que la vallaris era la misma situación, pero cuando el legionario traspasaba una valla o empalizada enemiga. Tenemos pocas referencias sobre cómo eran estos galardones, pero todo apunta que consistirían en varillas acabadas en punta.
 
 
Como ejemplo se conoce que durante el asedio a Cartago Nova (Cartagena) por parte de Escipión, éste entregó a los soldados Quinto Trebelio y Sexto Digicio una corona mural a cada uno, siendo la única vez conocida que se distinguieron a dos legionarios simultaneamente, algo que quedó reflejado hasta nuestros días en el escudo de Cartagena, coronado no por una sino por dos coronas murales.
 
 
Porque lo cierto es que el símbolo de la corona murallis sigue estando presente en muchos de los escudos de las ciudades españolas, especialmente en la heráldica republicana previa a la imagen de la corona real monárquica.
Así que cada vez que veáis uno de esos símbolos, recordad que es una herencia romana perpetuada hasta nuestros días.
 
Mireia Gallego

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